El significado simbólico de tener nuestra primera mujer presidenta

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El significado simbólico de tener nuestra primera mujer presidenta

En un hito histórico, el día de ayer México presenció un cambio trascendental en su panorama político: la elección de su primera presidenta mujer. Este evento no solo marca un cambio en el liderazgo político del país, sino que también representa un hito simbólico de enormes proporciones. La victoria de una mujer en las elecciones presidenciales representa un triunfo para todas las mujeres mexicanas, un símbolo de progreso y un paso adelante en la lucha por la igualdad de género.

Un cambio en la representatividad para las mujeres y niñas 

La llegada de la primera mujer a la presidencia le ha dado un nuevo horizonte a las niñas, que hoy pueden verse reflejadas en un puesto que siempre había sido ocupado por hombres y hoy ya tiene rostro de mujer; a las jóvenes les dará el panorama de poder acceder a puestos jerárquicamente más altos sin tener un límite, porque hoy, el puesto más grande, lo ocupa una mujer; y a las adultas mayores, a nuestras abuelas, les estamos saldando una deuda histórica, hoy la presidenta será el sueño de todas aquellas que no tuvieron acceso a votar, ser votadas y escuchadas.

Hoy es importante resaltar que esa mujer no llegó sola a ocupar la silla presidencial, ella es el resultado de miles y miles de mujeres tendiéndose la mano y luchando por lo que es justo, es el resultado de la lucha feminista. Esta elección es un síntoma de que el discurso feminista y de igualdad de género se posiciona con mayor fuerza en la agenda. Es la salida de las mujeres del ámbito privado para empezar a tomar el espacio público, porque sí, aún queda un recorrido largo, muchos techos de cristal que romper y muchos pisos pegajosos de los cuáles desprenderse.

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La primera mujer en 200 años de vida independiente

Haciendo un recuento histórico, hace apenas 69 años las mujeres no podían ejercer su derecho al voto y mucho menos postularse a puestos de elección popular, en 200 años de vida independiente, México ha tenido solo 8 mujeres contendiendo por la presidencia y hasta este año, en 2024, ninguna había tenido posibilidades reales de ganar la elección. Este cambio indica una evolución significativa en la mentalidad política del país, donde las mujeres ya no son simplemente figuras simbólicas o candidatas marginales, sino contendientes serias y competitivas por el liderazgo nacional.

El papel de la lucha feminista

La presencia de una mujer en la máxima posición de poder del país será un símbolo de que las mujeres están siendo finalmente reconocidas como líderes capaces y competentes, con voz y voto en la esfera política y, por tanto, en la vida pública. Es un símbolo de que la marea violeta sí ha hecho mella en la mentalidad, las ideas y la toma de decisiones. Cada vez menos escuchamos en la radio o la televisión la pregunta ¿México está preparado para una mujer presidenta? como si se hubieran hecho la misma pregunta cuando fueron hombres, ¿México estaba preparado para solo escuchar a un representante de solo la mitad de la población? Las preguntas cambian y hoy México demostró que quería una mujer presidenta con 35 millones de votantes eligiéndola como su máxima representante.

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El papel de la lucha feminista

Detrás de este hito histórico se encuentra una larga lucha de mujeres y del movimiento feminista en México. A lo largo de los años, las mujeres han luchado incansablemente por el reconocimiento de sus derechos y por la igualdad de oportunidades en todos los aspectos de la vida pública y privada. La elección de una presidenta mujer es el resultado de esta lucha, un logro colectivo que celebra la perseverancia y la determinación de todas aquellas que han trabajado por un futuro más igualitario.

La elección de una mujer como presidenta de México representa un paso significativo en la ruptura de la barrera que históricamente ha mantenido a las mujeres relegadas al espacio privado. Al ocupar un puesto público tan prominente, las mujeres están desafiando las expectativas de género y reivindicando su lugar en la esfera política nacional.

La educación como herramienta para la igualdad de género

Es en este contexto, donde se vuelve indispensable seguir ganando terreno, ir por más cada vez. Es palpable ver cómo las mujeres han ganado espacios en el espacio público, este sexenio, por ejemplo, tuvimos el primer gabinete paritario de la historia, más candidatas que nunca antes y, en general, vemos que las mujeres están asumiendo puestos en más espacios, sin embargo, la lucha en el espacio privado todavía tiene mucho por ganar.

Contribuye con una maestría en género

La violencia contra las mujeres, por ejemplo, es casi siempre cometida al interior de los hogares, lo cual nos muestra un camino claro por seguir: llevar lo privado a lo político. Este gran cambio de paradigma se logrará sí a través de las instituciones, pero también con un cambio radical en la mentalidad de las personas, esto lo lograremos con educación, pero no una educación cualquiera, sino una con perspectiva de género y derechos humanos.

Necesitamos inundar los espacios públicos y privados con cuestionamientos feroces que involucren a las autoridades y a la sociedad en general y eso se logrará cuando formemos niñas, niños y profesionistas con una mirada que cuestione lo ya establecido.

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La elección de una mujer presidenta en México no solo es un hito histórico en términos políticos, sino un símbolo poderoso de progreso y un paso adelante en la lucha por la igualdad de género y del feminismo. Representará un cambio fundamental en la percepción y la representación de las mujeres en la política mexicana, así como una inspiración para las generaciones futuras de mujeres líderes. Es un momento para celebrar y reconocer el poder del feminismo y la capacidad de las mujeres para transformar sociedades enteras y asumir nuestra responsabilidad como ciudadanos y ciudadanas para cuestionar otros roles ya establecidos.

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