¡Viva la Independencia! ... ¿también para las mujeres?
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Al finalizar la guerra de Independencia, las cosas quedaron claras para los sectores más privilegios de la época, sin embargo, y pese a todos los cambios, a más de 200 años de haber logrado la liberación, miembros de la sociedad como las mujeres, siguen luchando cada día por espacios, reconocimiento, derechos y la tan anhelada independencia.
Por ello, retomamos este hecho histórico, como un pretexto para hablar sobre la deuda para aquellas que representan más del 51% de la población y a las que la brecha de género les ha quedado a deber en materia de derechos, libertades y oportunidades.
La brecha salarial, un límite para la independencia
Determinar que la independencia de las mujeres se obtendrá con solo acortar la brecha salarial sería una visión reduccionista de la estructura que mantienen a las mujeres en desigualdad, sin embargo, representaría un paso fundamental en la lucha por los derechos de las mujeres.
Por ejemplo, de acuerdo a datos de la OCDE, solo el 48% de las mujeres en México tienen un empleo remunerado, cifra alarmante comparada con el resto de los países que integran la organización que ronda el 62%.
Lo que significa, en primer lugar, que México va retrasado en el acortamiento de la brecha de género, y en segundo lugar, demuestra que más de la mitad de las mujeres en nuestro país no es independiente financieramente, lo que las condiciona a estar supeditadas de su pareja o familia para poder acceder a bienes, servicios, educación y a la vez, la libertad para ejercer sus derechos.
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En 2020, el INEGI determinó que el 47.3% de mujeres cuyo estado civil es separada, divorciada o viuda viven violencia económica, mientras que el 28.1% mujeres casadas la padecen.
Por otra parte, la brecha de género toca, tanto a las mujeres que no reciben un ingreso, aún trabajando jornadas completas en el hogar, como a aquellas que sí perciben un salario. En México 3 de cada 10 hogares son encabezados por mujeres, sin embargo, el ingreso que reciben en comparación con un varón cabeza de familia es menor.
El Instituto Mexicano para la Competitividad, destacó que en 2022 la brecha de ingresos entre hombres y mujeres era del 14%, es decir, por cada 100 pesos que recibe un hombre en promedio por su trabajo al mes, una mujer recibe 86 pesos. Esta cifra representa el promedio de desigualdad en nuestro país, sin embargo, hay entidades como Oaxaca, Colima e Hidalgo en las que las mujeres enfrentan una brecha salarial de 27.1%, 25.3% y 24.9% respectivamente.
¿Por qué las mujeres no logran la independencia?
Es un hecho que las mujeres han vivido en desigualdad históricamente. Es innegable que los derechos y oportunidades para hombres y mujeres no han sido los mismos a lo largo del tiempo y determinar la razón de la situación es multifactorial, pero podríamos atribuirla a 3 razones principales:
1. El trabajo no remunerado
El 66.6% del tiempo que las mujeres invierten en su día a día, corresponde a trabajo por el cual no perciben ningún ingreso, según datos del INEGI e INMUJERES.
El tiempo y esfuerzo que las mujeres destinan a las tareas del hogar, la crianza de sus hijos e hijas, así como el cuidado de las personas de la tercera edad, les restan tiempo para poder desarrollar sus carreras profesionales y las condicionan a buscar trabajos con horarios flexibles y salarios precarizados.
2. Posición jerárquica y el techo de cristal
Las mujeres suelen ocupar posiciones de menor rango en sus puestos de trabajo debido a los roles que les han sido asignados, como los relacionados al cuidado y, adicional a eso, el techo de cristal, resulta ser una limitante invisible, tal como la metáfora lo indica, para alcanzar puestos directivos o de alto poder en las instituciones y empresas.
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3. Sectores masculinizados
Trabajos como los relacionados a las ingenierías, las matemáticas y las ciencias han sido reservados históricamente para los hombres y aunque se ha avanzado en esa creencia, continúan prevaleciendo los estereotipos de género, mismos que provocan una concentración de fuerza laboral masculina en determinados sectores y ocupaciones, mismas que suelen ser las que mayores ingresos perciben.
Aunados a estos factores, las mujeres siguen sufriendo de manera desproporcionada la pobreza, la discriminación y la explotación, factores que se suman a la falta de independencia financiera y terminan por orillarlas a un círculo del que es complicado salir.
Sin embargo, la formalización del empleo, la educación y la generación de políticas públicas que garanticen el acceso de las mujeres a la educación y, al mismo tiempo, aseguren un piso parejo en cuanto a oportunidades se refiere, son acciones fundamentales para avanzar rumbo al cambio.
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Con las cifras previamente presentadas sería imposible no ver que las mujeres están lejos de alcanzar la independencia, sin embargo, hay acciones que se están llevando a cabo de manera insistente desde varias trincheras como las instituciones, las organizaciones civiles, la educación y el activismo, con el único fin de aminorar la desigualdad.
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El Global Open University mantenemos un compromiso firme con las niñas y mujeres desde nuestra trinchera: la educación para la profesionalización. Estamos convencidas/os que ésta es una de las formas más certeras de lograr que las mujeres obtengan la independencia que históricamente se les ha negado.