Los derechos humanos ya no son lo que eran

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Los derechos humanos ya no son lo que eran

El relato de los derechos humanos ha triunfado en todo el mundo como nunca antes en la historia. Actualmente, y en gran medida por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que es un hito civilizatorio singular, y los mecanismos muy potentes de garantía, tanto en el orden internacional como en los nacionales, así como los avances en esta materia son impresionantes e innegables en (casi) todos los países.

Sin embargo, el concepto y la realidad de los derechos humanos sufren amenazas, riesgos y lesiones de enorme calado y de forma cotidiana en todo el mundo. La idea de los derechos humanos no es ideológicamente neutral.

A través de la historia de los derechos humanos

La idea respecto a los derechos humanos, parte de una determinada comprensión del ser humano sentada en el optimismo ilustrado originado en Francia, a partir de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano en 1789, sentada en la idea de que todos los hombres eran iguales, definición que se tornaba literal, ya que en la declaración solo contemplaba a los varones mayores de edad, y dejaba fuera a las mujeres, los extranjeros (que no comulgaran con los principios revolucionarios), los no propietarios y los siervos.

Es por ello, que hoy los derechos humanos no surgen desde lo que nos une, sino lo contrario, lo que nos separa y singulariza, para, desde ahí, recordar una historia de agravios y exigir la correspondiente compensación. De tal manera que hoy no se busca  la igualdad ilustrada, sino la desigualdad posmoderna. Esto explica, por ejemplo, el auge del emergente Derecho Antidiscriminatorio.

Lo “humano” de la expresión “derechos humanos” se ha desintegrado en muchas capas y planos. Hoy día vivimos un periodo en que el ser humano se mueve y toma a menudo, posiciones cada vez menos dominantes. Ahora, por ejemplo, los animales empiezan a ser reconocidos, en algunos casos, como personas no humanas, seres sintientes, o similares, y, por su parte, los robots y la inteligencia artificial, también empieza a ser vistos como algo más allá de una cosa.

Un campo de los derechos humanos donde los problemas antropológicos son particularmente agudos es el del bio-derecho. La revolución tecnológica está cambiando el significado de lo que es "humano".

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Los pilares de los derechos humanos

De ahora en adelante, el discurso de los derechos humanos se construirá sucesivamente en la modernidad a partir de los valores de la libertad, en primer lugar y seguido de la igualdad y la participación política.

Personalmente, abomino tal clasificación. Mi postura radica en que derechos como el de la libertad se pueden ver reflejados en la propiedad privada. Sin embargo, pregunto ¿ es la propiedad privada, en una determinada comunidad política, el mejor indicador de la mayor o menor igualdad real que existe en su seno? Yo dudaría si es quivalente que a mayor reparto dominical exista mayor pluralismo económico.

En segundo lugar, la clasificación de los derechos en civiles, sociales y políticos es peligrosa porque a menudo se utiliza por actores políticos y jueces. O bien para defender el mayor valor de los derechos civiles frente al resto, a menudo alegando que los derechos sociales cuestan mucho dinero (como si los civiles salieran gratis), de modo que se devalúan, o bien, en países sedicentemente revolucionarios, para enfatizar los derechos de tercera, cuarta o quinta generación (uno ya pierde el n úmero, como si los derechos disponer electrodomésticos o teléfonos inteligentes), menospreciando, en realidad, los derechos civiles.

En todo caso, retomando el hilo narrativo, los derechos humanos se fundan en la libertad, la igualdad y la democracia y, si queremos ser honestos, estos valores, y por tanto, los derechos que los desarrollan, se encuentran en una crisis profunda.

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Pero el valor de la igualdad no goza de mejor salud. Ciertamente, los ciudadanos son cada vez más conscientes y reivindicativos en este sentido, pero todos los indicadores muestran, de modo permanente y universal, que la desigualdad real ha crecido en las últimas décadas.

Quizá esto explique, en parte, también la crisis de la democracia y de la representación política en todo el mundo. El discurso de los derechos humanos siempre fue, desde su origen, emancipador, progresista, humanizador y expansivo.

Ahora no lo es. Ha perdido por el camino, en gran medida, su potencial utópico. Libertad, igualdad y fraternidad o solidaridad.

También estas últimas están en crisis frente al emergente valor de la identidad propia excluyente: identidad xenófoba, identidad ultranacionalista, que es también una forma de xenofobia, pero con la singularidad de que habrían extranjeros de fuera, pero también interiores (los que no son nacionalistas).

Este es el contexto de fondo de los derechos humanos en el comienzo del siglo XXI. Evidentemente, son innumerables las cuestiones que suscita la temática, pero, para empezar, hay que ser conscientes de que, por desgracia, la universalización de los derechos no ha conllevado a su conquista, sino, más bien, su fragilización y de que a cada época le corresponde enfrentar nuevos y poderosos desafíos.

Este texto fue escrito por el Dr. Fernando Rey Martínez, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Valladolid. Ex –presidente del Consejo estatal de igualdad de trato racial y coordinador del (non nato) II Plan nacional de Derechos Humanos.

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