45 grados y...¿los derechos humanos?

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45 grados y...¿los derechos humanos?

Seguramente, en los últimos días, has escuchado en las noticias sobre el aumento de temperatura en la República y, lo más probable, es que hayas vivido en carne propia el efecto de la ola de calor, pero ¿te has puesto a pensar en cómo sería tu experiencia enfrentándote a 45°C sin agua, sin un techo, sin energía eléctrica que enfrié una bebida o accione el ventilador?

Bien, esa es la realidad de miles de personas alrededor del planeta y, por lejana que parezca la relación, la falta de recursos para enfrentar el aumento de temperatura se relaciona estrechamente con la vulneración de algo fundamental: los derechos humanos.

¿Cómo la temperatura puede vulnerar los derechos humanos?

Los derechos humanos, (DDHH) a menudo, son pensados desde perspectivas meramente legislativas o institucionales que atienden las cuestiones sociales o gubernamentales, sin embargo, el espectro de los derechos humanos es amplio y va desde la libertad hasta derechos como el bienestar.

Y así como la libertad o la educación necesitan infraestructuras básicas para poder ejercerse, derechos como el bienestar también las ameritan. Dentro de esos requerimientos se encuentran infraestructuras materiales mínimas y un entorno natural en equilibrio para su cabal cumplimiento.

Pues derechos como el acceso a la salud, la vivienda o la alimentación, mismos que componerse el bienestar, demandan servicios básicos como el acceso a la energía, cadenas de suministros abastecidas o agua potable.

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Entonces, pensar la relación entre los derechos humanos y el cambio climático se vuelve determinante para conocer de qué formas, el daño realizado al medio ambiente vulnera las posibilidades de acceder a nuestros derechos.

Basta hacer un ejercicio simple: con el aumento de temperatura las lluvias escasean, por tanto, se genera una sequía que seca las fuentes de agua, entonces hay falta de agua para beber, asearse o el riego de campos agrícolas, lo cual generará condiciones insalubres e incluso, hambre.

Por ejemplo, en 2018, en México, cerca de 9.9 millones de personas no contaban con acceso al agua en sus viviendas, según datos de Oxfam. Mientras que, acorde con la Unicef, más de 800 niños fallecen diariamente por diarreas causadas por agua insalubre, deficientes servicios de saneamiento e inadecuadas prácticas de higiene.

Es una cadena donde la infraestructura falla y afecta las necesidades humanas más básicas vulnerando así los derechos fundamentales a los que cada persona debería poder acceder por default.

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Calor, pobreza y género, la mezcla perfecta para la ausencia de derechos

Como podemos ver, la ausencia de condiciones mínimas, afectan de manera directa al bienestar y, como era de esperarse, las personas más vulnerables también son las que terminan resintiendo de manera más drástica los efectos devastadores del clima.

En el planeta, millones de personas ya están padeciendo los efectos del aumento de la temperatura global, enfrentándose a sequías, desabastos, incendios forestales, lluvias torrenciales y otras catástrofes que afectan la calidad de vida por el impacto que tienen en el acceso a la comida, al agua o en la calidad del aire, cerca de 785 millones de personas que no tienen acceso a una fuente de abastecimiento de agua ni a un saneamiento medianamente seguro.

Asimismo, la falta de agua y las deficiencias en los servicios se ven agravados cuando se intersectan con otros problemas como la pobreza o las desigualdades por sexo.

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Se estima que las personas de bajos ingresos que viven en asentamientos informales sin servicios de agua, suelen pagar de 10 a 20 veces más por el acceso al líquido y si a esas condiciones, terribles por si solas, se les añade el ser mujer, encontramos que las niñas y mujeres son las más afectadas cuando el agua escasea, generando otro tipo de desigualdades.

Las niñas y mujeres dedican en promedio más de 30 minutos al día para la recolección de agua a nivel global, ya que, en un mundo patriarcal, ellas son las que se encargan de tareas relacionadas con el cuidado del hogar, el aseo de éste, la preparación de alimentos y el cuidado de las familias, lo que las lleva a dedicar varias horas de su tiempo a trasladarse y reunir agua para sus familias y su supervivencia.

Dicha tarea es compleja y requiere tiempo, trabajo y mucho esfuerzo, pero cuando los ríos y lagos se secan y la temperatura aumenta, se tiene que caminar más lejos y por más tiempo, orillándolas a dejar de lado actividades como ir a la escuela.

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El cambio climático y la muerte

El cambio climático tiene efectos palpables en el día a día, como la ola de calor que enfrentamos actualmente, y otros no tan evidentes, como la vulneración a los derechos humanos, sin embargo, a medida que pase el tiempo, los efectos se evidenciarán con mayor frecuencia, tan solo la Organización Mundial de la Salud prevé que el cambio climático será el responsable de 250.000 muertes al año entre 2030 y 2050.

Y la salud, otro derecho fundamental, no será la excepción, estos son algunos efectos que el clima afectará en materia de salubridad, de acuerdo con el Intergovernmental Panel on Climate Change:

  • Golpes de calor, lesiones, enfermedades y muertes, provocados por el aumento de la temperatura y los incendios.
  • Desnutrición, a consecuencia de la disminución de la producción de alimentos en las regiones pobres.
  • Enfermedades por alimentos, provocado por la falta de agua para las medidas básicas de higiene y la descomposición de estos debido al clima.
  • Menores con estrés postraumático, debido a episodios como catástrofes naturales agravadas por el cambio climático.

Además, se sumarán aquellas enfermedades derivadas de la mala calidad del aire que se verá acentuada en zonas donde hay una mayor concentración de fábricas, centrales eléctricas o refinerías, mismas que suelen ser los barrios más pobres.

En Estados Unidos,  por ejemplo, son mayormente las comunidades pobres de color las que están obligadas a respirar aire tóxico, por lo que presentan índices notablemente superiores de cáncer y enfermedades respiratorias, lo que las hace tener 3 veces más probabilidades  de morir a causa de la contaminación atmosférica que el resto de la población, un factor que intersecta, una vez más, con condiciones sociales como la discriminación racial.

Como podemos ver, el clima tiene consecuencias que van mucho más allá de los desastres naturales, por lo que es necesario llevar a cabo acciones urgentes que intenten detener el problema, ya que, una vez más, la humanidad quedará a deberle más a quienes han tenido menos.

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