V Centenario de la Guerra de las Comunidades. Capítulo II.- Se propaga la revuelta comunera

Published:

Tags: Comuneros España Revuelta Historia

Capítulo II.- Se propaga la revuelta comunera

Carlos Belloso Martín. Universidad Europea Miguel de Cervantes (Valladolid – España)

 

Tras el fracaso de las Cortes en Santiago de Compostela en abril de 1520, Carlos I consiguió en la siguiente convocatoria de Cortes en La Coruña obtener un nuevo servicio que le permitiese sufragar los gastos de su viaje a Alemania. Allí obtuvo el impuesto extraordinario y el 20 de mayo se embarcó rumbo a Aquisgrán para ser coronado Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, dejando como regente de los reinos hispánicos al flamenco Adriano de Utrecht.

Tras la marcha del Monarca hacia Alemania, Toledo fue la primera ciudad en sublevarse a finales de mayo. Comenzaron entonces a denominarse a la insurrección como Comunidad. A medida que fueron regresando los procuradores que habían votado conceder el servicio que reclamaba el rey, los disturbios se extenderán rápidamente por la Corona de Castilla. Segovia fue el lugar donde se produjeron los incidentes más violentos, ajusticiando el 29 y 30 de mayo a dos funcionarios y al procurador Rodrigo de Tordesillas que había concedido el servicio en nombre de la ciudad.

Las Comunidades consiguieron reunir en Ávila a cuatro ciudades con representación en la Cortes (Toledo, Segovia, Salamanca y Toro) y redactaron la conocida como "Ley Perpetua del Reino de Castilla o Constitución de Ávila", considerada por algunos autores como el primer proyecto, en España, de una constitución política, que nunca llegaría a ser firmada por la reina Juana I de Castilla.

Mientras, en Segovia fue donde se libró el primer gran enfrentamiento entre comuneros y realistas. Cuando el ejército realista del alcalde Rodrigo Ronquillo hostigaba duramente a la ciudad impidiendo su aprovisionamiento en castigo por el reciente asesinato del procurador segoviano, los segovianos y su líder, Juan Bravo, recibieron refuerzos de Toledo y Madrid, con el envío de milicias capitaneadas por Juan de Padilla y Juan de Zapata, que consiguieron la primera gran victoria sobre las fuerzas partidarias del rey.

Adriano de Utrecht, regente de Castilla, movilizó las escasas tropas que había podido levantar en Valladolid y se reunió con Ronquillo en Arévalo. Su objetivo era reorganizar todos los efectivos del bando realista para intentar apoderarse del parque de artillería de Medina del Campo que le había sido negado a Ronquillo cuando éste solicitó su entrega para bombardear Segovia.

En agosto de 1520, en plena espiral de violencia generada entre los sublevados comuneros y el bando realista, se produjo un momento de inflexión, una tragedia de gran magnitud de difícil retorno: la Quema de Medina del Campo.

Los historiadores coinciden en señalar que el incendio de Medina del Campo fue la llama que avivó las Comunidades y el levantamiento de toda Castilla, especialmente de ciudades que hasta ahora se habían mantenido al margen, como Valladolid. Tras este episodio, Medina del Campo se mantendría fiel al movimiento comunero hasta el final. El establecimiento de la Comunidad en Valladolid provocó que el núcleo más importante de la meseta se declarara en rebeldía, trastocando la situación y provocando que el Cardenal Adriano tratara de tomar el control de la situación por todos los medios. 

El nuevo panorama produjo nuevas adhesiones a la Junta de Ávila, en medio de una situación de indignación y descrédito hacia el Consejo Real, y que el ejército de la Junta acaudillado por Padilla, Bravo y Zapata se trasladase a Medina del Campo, desde donde decidió ir a Tordesillas. El 29 de agosto el ejército llegó finalmente a Tordesillas, donde se entrevistó con la reina Juana e informó de la situación del reino junto a los propósitos de la Junta de Ávila. Al conseguir una gran representación de las ciudades de Castilla, la Junta pasó a denominarse como Cortes y Junta general del reino. En septiembre la Junta de Tordesillas decidió asumir la tarea de gobierno, desacreditando al Consejo Real y prendiendo a sus últimos miembros que quedaban en Valladolid, dirigidos por Pedro Girón. En ese momento culminó el proceso y se instauró el gobierno revolucionario, ya que la Junta tenía vía libre por la inoperancia del Consejo Real.

Mientras tanto, ante la nueva situación de inestabilidad que se estaba generando en Castilla, y la pérdida de algunas rentas reales, Carlos I decidió emprender nuevas iniciativas políticas a través del Cardenal Adriano. Anuló el servicio concedido en las Cortes de La Coruña-Santiago y nombró dos nuevos gobernadores: el Condestable de Castilla, Íñigo de Velasco, y a Fadrique Enríquez de Velasco, IV Almirante de Castilla, que consiguieron atraerse el apoyo de los nobles, preocupados por el movimiento antiseñorial que se estaba produciendo.

Todavía enfurecidos por el incendio de Medina del Campo, las tropas comuneras se reorganizaron y buscaron venganza asediando a mediados de octubre las fortalezas de las localidades que pertenecían a los nobles fieles al Rey, como Gutirerre Quijada en Villagarcía de Campos, y al señorío de los Fonseca como fueron las villas de Coca y la vecina Alaejos, cuyo castillo resistió 56 días, hasta principios de diciembre, los ataques sin llegar a sucumbir. Los asedios fueron infructuosos, pues ni se consiguieron tomar los castillos, ni se capturó a Antonio de Fonseca, que había huido por Portugal rumbo a Flandes a los pocos días de la trágica quema de Medina, y se había descuidado la defensa de Tordesillas, que fue ocupada por los realistas el 5 de diciembre.

Suscríbete al newsletter