La calidad de nuestras universidades

Si cualquier país de habla española quiere de verdad ser soberano, pintar algo y tener futuro (y no ser sólo destino turístico de los países que juegan en la primera división económica y política), debería cuidar dos cuestiones realmente capitales: mejorar la calidad de sus universidades y dotarse de un sistema potente de investigación científico-tecnológica. De estos dos temas los actores políticos a veces hablan con fingido entusiasmo, pero rara vez invierten recursos en serio. Quizá porque la política busca resultados a corto plazo, que puedan exhibirse como triunfos en los periodos electorales, y estos otros asuntos requieren inversiones fuertes pero pacientes de muchos años. Quizá porque la mayoría de políticos no tienen el nivel suficiente de preparación y de comprensión suficiente para para el pensamiento estratégico y para liderar de verdad pensando a largo plazo teniendo en cuenta los cambios civilizatorios, especialmente la disrupción tecnológica.  

Un país serio no puede permitirse contar con un sistema universitario público desfalleciente y asimétrico. De ahí que la reflexión sobre la calidad de nuestras Universidades sea un asunto realmente capital. Y de ahí también que el libro “Calidad y Universidad” de José Ángel Domínguez Pérez (Ediciones Universidad de Salamanca, 2021) sea particularmente bienvenido, tanto por su oportunidad cuanto por su, discúlpenme la reiteración intencionada, su calidad. 

José Ángel Domínguez es profesor de geometría en la Universidad de Salamanca, de la que ha sido, entre otras muchas cosas, vicerrector, y también ha brillado a gran nivel como Director de la Agencia de Calidad de Castilla y León. Estamos en presencia, sin duda, de uno de los mayores expertos españoles en calidad universitaria. Su monografía recoge años de experiencia y también de reflexión sobre este tema. Es un libro que cualquier responsable universitario que aspire a mejorar su institución no debería dejar de leer. 

A su juicio, garantizar la calidad universitaria significa generar la confianza de la sociedad sobre su propio sistema. Hacer bien lo que tenemos que hacer. Y, para ello, es preciso establecer sistemas de garantía de la calidad, evaluar toda la actividad universitaria de acuerdo con parámetros precisos y útiles para adoptar decisiones. No se trata de una inspección, ni de un conjunto de trámites formales para “cubrir el expediente”. Es una actividad especializada sí, pero que debe implicar a todos: “ni la Universidad puede mirar hacia otro lado, ni ningún universitario puede rehuir su propia responsabilidad… A todos les corresponde implicarse en los sistemas de garantía de calidad, participando en los procesos de evaluación y siendo parte activa de las acciones de mejora” (página 435). 

En el libro encontrará el lector o lectora una guía útil para mejorar su propio sistema de calidad, puesto que se repasan críticamente todos los instrumentos de garantía de la misma y se proponen numerosas ideas. El libro está repleto de sugerencias que, en manos de un gestor universitario inteligente, podrían transformarse en mejoras tangibles y sustanciales de su propia universidad.